Cuando ingresé al programador del blog sentí como si estuviese abriendo una caja en la cual se guardan los mejores recuerdos. Es una sensación de bienestar, porque viene a concluir con un tiempo largo sin haberme acercado a visitar o a observar mi Vestidor. Veo, antes de ponerme a escribir, que el último post ocurrió el 11 de noviembre; hace un mes y 20 días. Creí, sinceramente, que había sido más para atrás. Tengo como borrados los últimos cuatro meses, producto de un cansancio físico y mental, de un hastío de montones de situaciones cotidianas -de mi oficio, entre ellas- y de una crisis laboral en cuanto a mi lugar y a mi futuro. Tanto estuve bloqueado que en mi imaginación, cuando me planteaba retomar el contacto con El Vestidor, dibujaba en mi mente arrancarlo así: «Estoy cansado». Pero, por suerte, pasaron los días y se fueron yendo las nubes y los diálogos de mi cabeza gracias, vale remarcarlo, a que pude pedir ayuda a tiempo a mis grupos de pertenencias y a profesionales. El viernes, cuando iba a mi casa sabiendo que el año laboral se terminaba al menos hasta febrero, el cuerpo se me derrumbó de felicidad y los conductos tapados se fueron abriendo de a poco. Y aquí estoy, escribiendo, a minutos de terminar 2017 y de empezar otro año en la playa, como la vida me viene regalando desde hace varios años. Esta vez, en Pinamar.
La confusión general que me abordó en estos últimos meses me llevó a replanteos tan extremos que hasta alcanzaron este blog. ¿Sirve de algo que yo escriba acá? ¿Esto es periodismo? Tuve que recurrir al primer post para recordarme que aquí me propuse otra actividad. Escribo porque me gusta y si vienen a leerme, mejor. Pero no pierdo el objetivo: trato de que quede algo. Eso espero.
Hacía bastante que no llegaba a esta altura de diciembre tan agotado mentalmente, pero he pasado fines de año muchos peores. Y en este tiempo de recuperaciones puedo ver el vaso lleno. ¿Tengo una crisis con el periodismo y con mi trabajo? Sí. ¿Tengo otra crisis con que empecé a caminar hacia los 60 años? Sí. ¿Es eso importante al lado del inventario global del 2017? No.
Unos días atrás, mientras la cabeza me estalllaba y el nivel de enojo me aumentaba, un simple hecho me cambió el escenario: me paré frente a mi biblioteca y conté cuántos libros leí este año. Fueron veinticuatro y estoy terminando el veinticinco. Soy un privilegiado por eso, por haber podido abordar desde Gay Talese hasta Almudena Grandes; desde Arturo Pérez Reverte hasta Ana Garland; desde Leonardo Padura hasta Chuck Palahniuk; desde Henning Mankell hasta Martín Sivak. Fue entonces cuando empecé a ensayar otros repasos de lo que hice en este año:
* Trabajé de lo que me gusta (aunque ahora esté en disgusto).
* Casi no me enfermé.
* Amé, gusté, hice el amor, admiro la belleza.
* Viajé por placer. A España y a Nueva Zelanda a darme uno de los gustos de mi vida: ver a los Lions. Y contra los All Blacks. Estuve en uno de los partidos más importantes de la historia.
* Sigo limpio de todo.
* Celebré maravilosas cenas con amigos de la vida. La última, hace un par de semanas, en CUBA, me reencontré con algunos que llevaba años sin verlos. Fue mágico.
* Escuché música (siempre lo hago desde que tengo uso de razón), vi excelentes documentales y películas, fui a museos, caminé y caminé, me metí al mar, empecé el año en Punta del Este con amigos.
* No leí diarios, no vi noticieros, no vi televisión. Leí nuevos medios, leí a periodistas que escriben por su cuenta. (Una mala, a veces me enajeno con las redes sociales).
* Me fui feliz y dejé en mejores manos el blog (periodismo-rugby) que
fundé en septiembre de 2006.
* Tengo libertad. Tengo a mi hijo. Me tengo a mí.
Entonces, aquel comienzo de «estoy cansando» se fue diluyendo como el ácido que se va por una alcantarilla. Aquí estoy, escribiendo en un blog que inauguré este año, en el último día. Con un poco de vergüenza (mis viejos tics periodísticos) de escribir sobre mí. Pero bueno, a eso vine a El Vestidor. Lo volví a abrir en las últimas horas deel 31 de diciembre. Voy a ponerme algo lindo y a levantar la copa para festejar. ¿Están ahí para que lo hagamos juntos? Gracias
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